sábado, 20 de abril de 2013

Al Pan, Pan, vino Panico




 Pan era el semidiós de los pastores y rebaños en la mitología griega. Era venerado en Arcadia, a pesar de no contar con grandes santuarios en su honor en dicha región.
En la mitología romana se identifica a este dios con Fauno.
Pan era, también, el dios de la fertilidad y de la sexualidad masculina desenfrenada. Dotado de una gran potencia y apetito sexual, se dedicaba a perseguir por los bosques, en busca de sus favores, a ninfas y muchachos.1 
 Era el dios de las brisas del amanecer y del atardecer. Vivía en compañía de las ninfas en una gruta del Parnaso llamada Coriciana.
Era cazador, curandero y músico.
Habitaba en los bosques y en las selvas, correteando tras las ovejas y espantando a los hombres que penetraban en sus terrenos.
Portaba en la mano el cayado o bastón de pastor y tocaba la Siringa, que también se conoce como Flauta de Pan.
Le agradaban las fuentes y la sombra de los bosques, entre cuya maleza solía esconderse para espiar a las ninfas.
Se dice que Pan era especialmente irascible si se le molestaba durante sus siestas. Los habitantes de Arcadia tenían la creencia de que, cuando una persona hacía la siesta, no se la podía despertar bajo ningún concepto ya que, de esa forma, se interrumpía el sueño del dios Pan.
En este caso, Pan se aproxima a la noción de Demonium Meridianum (Demonio del Mediodía).
Por último, como deidad, Pan representaba a toda la naturaleza salvaje. De esta forma, se le atribuía la generación del miedo enloquecedor.

De ahí la palabra pánico (del griego Panikos)que, en principio, significaba el temor masivo que sufrían manadas y rebaños ante el tronar y la caída de rayos.

Físicamente era parecido a un fauno; cuernos y extremidades inferiores de cabra.
Su imagen es la que ha dado lugar a la iconografía cristiana del demonio.

Porqué el panico

En la infancia tenemos una idea omnipotente y fantasiosa sobre nuestras limitaciones físicas. Podemos pensar que nunca envejeceremos y moriremos o que será tan lejos que prácticamente no ocurrirá nunca.
Quizá estas ideas nos preparan mal para la práctica sensata del auto-cuidado, y de ahí que durante un largo periodo juvenil podamos abusar de nuestras aparentes energías ilimitadas para trasnochar, mal alimentarnos y adquirir la mala costumbre de preocuparnos y sufrir sin que implique mayores complicaciones. 
Pero un buen día las cosas cambian y recibimos señales de mal funcionamiento corporal, como si el cuerpo ya no tolerara el mismo ritmo que tenía hasta el día anterior. 
No somos conscientes de nuestro agobio, tensión e inquietud si estamos atravesando una época de estrés.
Estamos tan familiarizados con las sensaciones internas de ansiedad que nos parecen normales, o no preocupantes.
Las despreciamos, aunque el nivel de tensión en realidad es más alto del que nuestro organismo está preparado  a tolerar. 
Esta especie de ceguera y sordera sobre nuestro estado es un error que nace porque no conocemos nuestras limitaciones corporales (descanso, relax, bienestar, distracción y goce necesitamos para funcionar bien).
Nos hemos mal-educado a ser sacrificados y sufridores, anteponiendo el deber, la ambición y la auto-exigencia, o la búsqueda desaforada de estímulos.
Quizás sabemos cuantas horas seguidas podemos aguantar trabajando, pero no sabemos cuantas horas necesitamos para ocuparnos de nuestra mínima tranquilidad personal.
Ocurre también que tampoco sabemos manejarnos demasiado bien frente a las frustraciones, solemos buscar salidas que más que calmarlas parece exacerbarlas. 
Pero los hechos son los hechos: nuestro cuerpo biológico, en especial nuestro sistema nervioso, tiene sus propias limitaciones (no puede estar permanentemente activado forzado al máximo). 
Esto es lo que fundamenta un ataque de pánico, que también podríamos llamar crisis de ansiedad. 

Cómo ocurre


La persona intenta en un momento dado detener su ritmo.

Se sienta, se para ante el semáforo, espera en una cola, se tumba a descansar un rato, mirar la televisión, está sentado en un transporte, etc.
Es precisamente eso, que estamos haciendo algo que no es particularmente activo lo que nos desconcierta, porque repentinamente notamos que no podemos hacer la cosa tan tranquila que queríamos hacer, porque el sistema nervioso está demasiado alterado para bajar de tan arriba a tan abajo en un instante. 
En un segundo percibimos esta dificultad, podemos observar los efectos de la taquicardia (acaloramiento de la parte central del cuerpo, aceleración respiratoria), nuestra respiración parece ser incómoda, y los mecanismos automáticos del control del ritmo respiratorio deciden hacer paradas bruscas que nos desconciertan

¿Me quedaré sin aire, pensamos?
Se ha disparado nuestra alarma como esas alarmas de la tienda de al lado que se conecta un día de viento sin más. 
En un segundo notamos que produce en nuestro cuerpo el estado de activación general (pensemos por ejemplo en la reacción que sentiríamos ante un susto repentino, como ver aparecer un perro en nuestra habitación o que se rompieran los vidrios de una ventana, una explosión, etc.). 
Pero como nada pasa en el exterior, pensamos;

¿Qué me sucede? ¿Me estaré muriendo? ¿Será esto un ataque cardíaco, colapso respiratorio, embolia cerebral? ¿Será esto que tengo un ataque de locura? ¿Cómo me puedo morir ahora sin haber hecho o dejado las cosas sin arreglar? 
Pensar este 'diagnóstico' no es precisamente tranquilizador...

Así que si ya estamos 'encendidos' creernos en grave peligro acaba por extender el incendio.
Estamos en pleno pánico.
Sube el nivel de ansiedad provocando más efectos (temblor de piernas, sensación de vértigo, rigidez de nuca, visión borrosa, sensación de flotar o de irrealidad) 
Puede que se acuda a un servicio de urgencias por las dudas, y ahí, tras pruebas nos digan que era nada, sólo un ataque de ansiedad.

¿Pero cómo nos podemos convencer de que no era NADA, si nosotros en realidad nos sentimos terriblemente mal?
 
El habernos sentido tan expuestos, a que esto sucediera en un momento tan tenso de nuestra vida en medio de  complicaciones y exigencias, y encima el miedo a que se repita... con qué facilidad se puede repetir el episodio que deseábamos que ¡por favor! no vuelva otra vez...

Comprendiendo lo que pasa


Como podemos observar por esta descripción en el ataque de pánico hay dos fuerzas que se unen y se suman:

1.   un estado de ansiedad que predispone a padecer molestias en la regulación del sistema nervioso (dificultad de relajarse, disparo automático de la sensación de alerta, cambios bruscos de ritmos).
2.   la percepción de este estado no como una molestia física menor, sino como algo terrible, enigmático y sumamente desagradable. Tenemos la sensación de perder el control voluntario (¡horror!) y sentirnos débiles, desvalidos e impotentes (reacción de quedarnos clavados, paralizados y bloqueados).
Si lo expresamos con un esquema diríamos que 
 
  • Estímulo de Ansiedad -->provoca respuesta intensa de miedo -->la respuesta de miedo de nuevo genera más de lo mismo, una ansiedad todavía mayor -->
El estado de ansiedad producido por un estado general ocurre al principio, pero en un cierto tiempo en realidad la causa de ansiedad deja de ser la que era y cambia a ser nuestra propia suspicacia y nuestro temor de que pueda volverse a repetir, o el percibir el más mínimo estado corporal que nos parezca extraño, o el simple 'pensar en ello'.
Eso explica que aunque pudieran suprimir las causas primeras, quizás puedan haber sido sustituidas por otras.
En realidad, bajo el punto de vista psicológico, lo relevante no es el haber tenido un ataque de pánico.
Lo importante es que la persona que ha padecido un ataque de pánico: 
 

No comprenda que 'excesos' esta cometiendo en su vida, o que no le parezcan 'lógicos' como explicaciones.
No tome las medidas adecuadas que tomaría frente a otro trastorno físico (o sea no varía su vida ni un milímetro)
Comience a desarrollar conductas contraproducentes (o sea, que hace todo lo contrario que tendría, como preocuparse, anticipar situaciones, auto-observarse, caer en el alarmismo, enfadarse, deprimirse, etc.
La principal conducta contraproducente es evitar situaciones en las que uno cree que podría repetir el ataque.
Esta conducta produce agorafobia, que podríamos traducir como el miedo a padecer una crisis de ansiedad o ataque de pánico en situaciones (lejos, solos, encerrados, con mucha gente, delante de personas ante las que queremos quedar bien, etc.)
La auto-provocación (involuntaria) como cuando uno piensa que podría vomitar y pensar en el asco que le daría le produce nauseas que confirman sus ganas de vomitar.
De igual modo el pensamiento sobre la ansiedad produce ansiedad, la ansiedad con la lupa de la atención, se agranda en relieve y technicolor, lo cual crea la sensación que está ya sucediendo lo que uno teme que suceda, y que si algo empieza está perdido y no podrá evitar lo peor que podría suceder...

¿Qué hacer?


Los pasos a seguir son: 
 

1.   Hacer análisis médicos para descartar enfermedades de carácter orgánico (en particular trastornos endocrinos, circulatorios, dificultades de tensión arterial, etc.)
2.   Una vez establecida la causa psicológica hacer una reflexión acerca de cómo estamos viviendo, en qué punto nos estamos 'pasando de la raya' y qué medidas de salud podríamos tomar (descanso, alimentación, ejercicio, diversión, cambio de actitudes).
3.   Llevar vida normal (llevar vida de enfermo incurable no nos hace sentir precisamente normales).
4.   La causa de ansiedad no es externa sino interna, así que el mundo no tiene la culpa y sería inútil tomar medidas porque el miedo puede perfectamente cambiar de 'tema' una y otra vez.
5.   Evitar toda anticipación o pensamiento sobre la ansiedad: es la causa más importante del mantenimiento y crecimiento de la ansiedad. Una especulación que sembramos provoca mayor inseguridad. Lo correcto es 'vivir sin pensar' hasta que llegue el momento X, en el cual nos limitamos a hacer lo que sigue a continuación.
6.   Tener preparado un guión para decirnos es ese momento (quizás preparado previamente con un psicólogo, con la idea de lo que nos pasa en que tenemos mucho miedo, pero el miedo no nos hará morir, simplemente no me muero, es sólo miedo.
7.   Respirar hondo. Si notamos cosquilleo en las puntas de las manos o en los pies significa que estamos oxigenando de más y que lo que interesa es 'parar', por lo que aguantaremos y expulsaremos el aire suavemente, repetimos la operación hasta que desaparece el síntoma del cosquilleo y nos resulta más cómoda la respiración.
8.   Mirar algo y centrar la visión en el mundo externo (veo un cuadro, una matrícula de coche...) Este ver-afuera nos ayuda a saber si vemos bien y a recuperar la agradable sensación de equilibrio. También conviene oír-fuera (que sonidos escucho, que canción suena, cómo oigo mi propia voz) y tocar alguna cosa como mi ropa, un mueble, un objeto cualquiera, para dirigir los canales sensoriales hacia el exterior.
9.   Todas estas medidas conducen a comprobar que estamos funcionales. Cuanto antes comprobemos nuestro estado y salgamos de la inmovilidad, antes podremos que nuestro estado es mejor de lo que parece.
10.Continuar lo que estamos haciendo (si estábamos haciendo algo) o inventarnos una tarea. Es muy probable que la situación de pánico se de encerrados en un coche, en un aula o habitación, en la cola del banco o en el supermercado (con personas detrás y delante impidiéndonos la huida). Entonces puede ser hablar, curiosear, pensar lo que comimos la semana pasada, escribir anotaciones, escuchar o tararear música, o cualquier cosa que tenga la suficiente garra para distraernos.
10.                    Esperar los minutos necesarios para relajarnos (pensar que cuando uno se altera tarda un rato en serenarse, es importante no confundir esto con que 'fracasamos' en el control, así que no hay que tomarse como algo 'raro' el que tardemos en lograr tranquilizarnos.
11.                    No enfadarse (pensamientos como "!otra vez!", "¿qué hecho yo para merecer esto?", "¡esto es espantoso!" "!soy débil!" y estos aportan tanto nivel de adrenalina a la corriente sanguínea como la ansiedad. Además esta ira contribuye a que la próxima vez parezca infernal.
12.                    También esta contraindicado deprimirse como si  estuviera sucediendo alguna desgracia o la peor suerte del mundo. Esto solo hace agrandar al 'enemigo' haciendo que la ansiedad parezca más tirana, abusiva y todopoderosa que nunca. En vez de deprimirse es más útil animarse haciendo cosas que compensen el mal sabor que ha dejado el momento de pánico (actividades lúdicas o que nos den paz, goce y nos reconcilien con la vida como la música, la lectura, la conversación o el goce estético de las cosas). Uno puede hacerse algún 'regalito' como un remedio curativo para 'minimizar' la fuerza del miedo. Hay que recordar que tomarse las cosas con humor es un buen método para solucionar todo tipo de problemas de salud y de la vida en general.
13.Algunas personas suelen hablar con su miedo diciéndole "así que ya has venido a molestarme un poco ¿no?, pues ya no me impresionas porque eres mucho ruido pero un poco de ansiedad fisiológica inocente, así que ahora ¿qué cosa agradable podríamos hacer? ¿Tal vez hablar con esa persona que tanto nos gusta? ¿Tal vez nos podemos ocupar en algo útil e interesante para cambiar de tema? ...").
13bis.                    Dejarse ayudar por un profesional. Es una lástima que muchas personas tengan alergia a dejarse ayudar por un psicólogo como si su valía personal quedara en entredicho, de igual modo que nos dejamos orientar por un asesor fiscal, un inversor financiero, o el maître de un restaurante, es síntoma de inteligencia y sensatez contar con el asesoramiento de un psicoterapeuta.
14.                    Todos los puntos anteriores y otros más quedan mucho mejor aclarados y sobre todo, puestos en práctica, con el apoyo del psicólogo, de forma que nos aseguremos del éxito en el control de un miedo que ya se ha apoderado de nosotros. Ya sé que estamos en la era del bricolaje, hágaselo usted mismo y de la auto-ayuda y que ésta información la ha encontrado usted en Internet, pero tampoco hay que exagerar tanto que pongamos en peligro nuestra propia salud y calidad de vida sólo por evitar el contacto del profesional
15.                    Por todo lo leído anteriormente se me ocurrió escribir, quizás, este poema como guión, para esos momentos tan extraños de nuestras vidas. Sepan disculpar mi ignorancia y acepten mi buena voluntad.

Alejado del Olimpo te encuentras
Esperas al acecho mi presencia
Escondido en bosques de sombras
Acosando mi alma en su esencia

El huir de mi insuperable realidad
Me aproxima más a tu deidad
Pero una ninfa victima tuya no soy
A pesar de no saber a donde voy

Se que te apoderas de mi mente
De manera mas que frecuente
Y cuanto más batallo contra ti
El son de tu siringa se adueña de mí

Con el transcurso de los años
Lacerándome con tu cayado
Al percibir mi espíritu callado
Me formaste parte de tu rebaño

Me carcajearé de ti como en antaño
Revirtiendo mí entorno en forma decente
Extirpándome las raíces de tus cuernos
Que penetran salvaje mi subconsciente

Se que eres demonio al medio día
Pero no es a ti a quien acudiría

No quiero que nades en mi mente
Aunque palidezco al atardecer
Pues no soy una de tus fuentes
Pues en tus fauces no quiero caer

Cuando este llegando mi ocaso
Aunque me sienta desfallecer
Yo a ti no he de hacerte caso
Y buscare mi nuevo amanecer

Y que un momentáneo rayo te parta
Porque de ti ya me encuentro harta.

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bueno, espero formes tu propia opinión y si es probable, e la cuentes brevemente, gracias.