La confianza implica exponerse, abrirse, arriesgarse: situaciones todas ellas que rehúye sistemáticamente la persona desconfiada.
Tener confianza en una persona supone suspender cualquier atisbo de incertidumbre sobre su conducta, de modo que la expectativa sobre su comportamiento futuro es que va a ser siempre favorable a unas prioridades e intereses compartidos entre ambos.
La desconfianza,
por su parte, encarna esa sensación de ansiedad que
genera la falta de credibilidad en la otra persona, junto con las
demostraciones (en forma de comportamientos concretos, comentarios, etc.) de
esa ausencia de confianza.
La confianza, o desconfianza, entre personas que comparten
techo (o proyecto profesional el-que-sea) no es un estado que se alcanza así como así.
Tampoco representa un estado binario (o se tiene confianza
o no se tiene desconfianza), sino que hay matizaciones que hace que pueda
identificarse una tipología de
relaciones interesantes:
Confianza generosa
Supone una voluntad decidida por no vacilar, ni
inquietarse y por lo tanto, no controlar a la otra parte, a pesar de no
disponer de demostraciones consistentes que justifiquen esta forma de actuar.
Se trata de ser generoso y mostrar una actitud confiada
hacia el otro, ya que esta actitud genera una sensación amable en ese otro,
quien identifica dicha cercanía como una forma de reconocimiento para responder
a unas expectativas determinadas.
La confianza generosa es una señal que emite una de las
partes a la otra, explicando sin palabras que pretende construir una “buena
relación” con ella y que, si los hechos lo demuestran y no se tuerce nada por
el camino, podrán llegar a tener
una relación de confianza más genuina.
Todo ello, a pesar de no tenerlas todas consigo, a pesar
de no saber si la otra parte va a responder a esas expectativas puestas al
descubierto.
Confianza generosa recíproca:
Es el tipo de confianza más común cuando dos personas se
juntan para emprender algo, pero no se conocen mucho.
El tipo de confianza deseable cuando se trabaja con
objetivos compartidos, mientras se va construyendo otro tipo de confianza más
genuina.
Confianza genuina
Es el resultado de múltiples interacciones, experiencias y
conversaciones que van conformando la credibilidad del uno para el otro.
Cuando la confianza llega por la fuerza de estas
interacciones, podemos hablar de una confianza más profunda, resultado de una
evidencia que consigue aplacar cualquier atisbo de incertidumbre o miedo sobre
la otra persona.
La situación es
que las personas que lo conforman tengan una relación recíproca de confianza
genuina basada en los ámbitos de afinidad y conocimiento de cada uno de ellos.
Confianza genuina recíproca:
Aparecen una serie de valores como la integridad, la
veracidad, la justicia o la lealtad que mantienen viva la relación.
Se es íntegro, sincero, justo y leal de manera mutua
porque, por convicción, hay que actuar así.
El vínculo va mucho más allá de los intereses iniciales,
porque hay un feeling consolidado… y se nota.
Llegar a estados de confianza genuina y recíproca implica trabajo, supone la voluntad de crear algo más que una excusa… se
busca compartir más allá de lo meramente pragmático.
Juntarnos en la salud y en la enfermedad, saber que lo
vamos a pasar bien, pero que vendrán momentos en el que la cosa no estará para
sonrisas.
Y también en las duras confío en que vamos a salir
adelante de la mejor forma posible.
Es preciso considerar
el pasado con respeto y el presente con confianza si se pretende asegurar el
porvenir.
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