domingo, 22 de julio de 2012

Desconfianza



Si bien la desconfianza es la madre de la seguridad,
donde gobierna la desconfianza, no puede reinar el amor.
La amistad termina donde la desconfianza empieza.
Las dudas se siembran en la desconfianza y se cultivan con el desamor.
Tu desconfianza me inquieta.
Yo confié en ti y pensé que tú también lo hacías, pero ahora veo con dolor que todo fue un error.
Tu silencio me ofende.
Todos hemos desconfiado de otras personas alguna vez. 
Pensamos mal de los demás, una frase suya, una mirada, nos sugieren todo un mundo de ideas y no siempre buenas. 
Algunas de esas ideas, por desgracia, corresponderán a la realidad, otras sin embargo no.
Esta es una situación más o menos habitual, que puede dar pie a malos entendidos que necesitan aclararse para que no trascienden más.

El problema puede aparecer cuando la persona da por hecho que los demás se van a aprovechar de ellos, les van a hacer daño o los van a engañar.

Frecuentemente, sienten que han sido ofendidos profunda e irreversiblemente por otra persona.
Están preocupados por dudas no justificadas acerca de la lealtad o fidelidad de esas personas, cuyos actos son escrutados minuciosamente en busca de pruebas de intenciones de todo tipo.

Las personas con este tipo de problemas son reacias a confiar o intimar con los demás, porque temen que la información que compartan sea utilizada en su contra. 
Pueden negarse a contestar preguntas personales diciendo que esa información "no es asunto de los demás".
En las observaciones o los hechos más inocentes vislumbran significados ocultos que son degradantes o amenazantes.

Alguien así, puede malinterpretar un error legítimo en un intento deliberado de no bien o puede ver una observación humorística como si fuera un ataque en toda regla.
Los halagos son frecuentemente malinterpretados.
Por ejemplo, un elogio de algo puede malinterpretarse de diferentes formas.

Pueden ver una oferta de ayuda como una duda en sentido de que no lo están haciendo suficientemente bien ellos solos.

Las personas con este trastorno suelen albergar rencores y son incapaces de olvidar los insultos, injurias, traiciónes o desprecios de que creen haber sido objeto.
El menor desprecio provoca una gran hostilidad, que persiste durante mucho tiempo.
Puesto que siempre están pendientes de las malas intenciones de los demás, sienten a menudo que su persona o su reputación han sido atacadas o que se les ha mostrado desconsideración de alguna otra amanera.

Contraatacan con rapidez y reaccionan con ira ante los ultrajes que perciben.
Son personas con las que generalmente es difícil llevarse bien y suelen tener problemas de relaciones personales.
Su suspicacia y hostilidad excesivas pueden expresarse mediante las protestas directas, las quejas recurrentes o por un distanciamiento silencioso claramente hostil.

Puesto que están excesivamente atentos a las posibles amenazas, pueden comportarse de forma cautelosa, reservada o tortuosa y aparentan ser "fríos" y no tener sentimientos de compasión.
Aunque a veces parecen objetivos, racionales y no emotivos, con mayor frecuencia se muestran obstinados, hostiles e irónicos, lo que a su vez sirve al sujeto para confirmar sus expectativas iniciales.
La destrucción.

La desconfianza es un sentimiento de inseguridad que dificulta las relaciones y, en los casos más extremos, puede llevar al individuo al aislamiento.
La desconfianza es un pariente cercano del miedo:
De hecho es uno de sus principales fundamentos. 
Se trata de un sentimiento con un alto contenido limitador, al igual que el miedo o la vergüenza, y que esconde la vulnerabilidad que habitualmente descansa en una baja autoestima.
La desconfianza también encierra una escasa capacidad asertiva para enfrentarse con éxito a cualquier situación cotidiana de interrelación social o sentimental.
Igualmente, la desconfianza cierra las puertas a la posibilidad de ponerse en la piel de los demás; la empatía necesaria para comprender las motivaciones y los sentimientos de sus semejantes, lo que en definitiva se traduce en no ser capaz de confiar en ellos.

Desconfianza destructiva

Si la confianza es tan importante en una relación personal en ámbitos profesionales es por algo muy sencillo: la desconfianza puede ser un factor crítico para la ruptura de cualquier tipo de relación personal… y profesional.
El que otros muestren sospechas por algo que vamos a realizar y para lo que nos sentimos preparados nos genera desconcierto.

La desconfianza destructiva es aquella que genera un desencanto porque, aquí más que nunca, la duda ofende.

Desconfianza destructiva recíproca

Las relaciones basadas en la desconfianza destructiva tienden a la enemistad eterna, al distanciamiento y al conflicto entre las partes.

Desconfianza constructiva

Supone no conceder credibilidad a la otra persona en aquello en lo que la otra persona no es suficientemente competente.
La desconfianza es constructiva cuando la otra persona es consciente de su incompetencia… y lo reconoce.
Hay una puesta en común de este hecho y se trabaja conjuntamente para construir soluciones que puedan atajar el asunto.
El problema viene cuando la persona pasa de ser incompetente a ser competente, la desconfianza persiste… y se vuelve destructiva.

Desconfianza constructiva recíproca:

Por muy constructiva que sea, la desconfianza pasa factura. 
Genera un tipo de relación perniciosa, la típica entre jefe y empleado, porque se ejerce una dirección intrusiva por el primero que elimina la autonomía y libertad necesarias para emprender con confianza (en sí mismo) lo que tenga que emprender el segundo en cuestion (suena mal, pero es así).

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