Pan era el semidiós de
los pastores y rebaños en la mitología griega.
Era venerado en Arcadia,
a pesar de no contar con grandes santuarios en su honor en dicha región.
Pan era, también, el dios de la fertilidad y de la sexualidad masculina
desenfrenada. Dotado de una gran potencia y apetito sexual, se dedicaba a
perseguir por los bosques, en busca de sus favores, a ninfas y muchachos.1
Era el dios de las brisas del amanecer y del
atardecer. Vivía en compañía de las ninfas en una gruta del Parnaso llamada Coriciana.
Era cazador, curandero y
músico.
Habitaba en los bosques y en
las selvas, correteando tras las ovejas y espantando a los hombres que
penetraban en sus terrenos.
Le agradaban las fuentes y la
sombra de los bosques, entre cuya maleza solía esconderse para espiar a las
ninfas.
Se dice que Pan era especialmente irascible si se le molestaba durante
sus siestas. Los habitantes de Arcadia tenían la creencia de que, cuando una
persona hacía la siesta, no se la podía despertar bajo ningún concepto ya que,
de esa forma, se interrumpía el sueño del dios Pan.
Por último, como deidad, Pan representaba a toda la naturaleza salvaje.
De esta forma, se le atribuía la generación del miedo enloquecedor.
De ahí la palabra pánico (del griego Panikos)que, en principio,
significaba el temor masivo
que sufrían manadas y rebaños ante el tronar y la caída de rayos.
Físicamente era parecido a un fauno; cuernos y extremidades inferiores de cabra.
Su imagen es la que ha dado lugar
a la iconografía cristiana del demonio.
Porqué el
panico
En la infancia tenemos una idea omnipotente y fantasiosa
sobre nuestras limitaciones físicas. Podemos pensar que nunca envejeceremos y
moriremos o que será tan lejos que prácticamente no ocurrirá nunca.
Quizá estas ideas nos preparan mal para la práctica sensata del
auto-cuidado, y de ahí que durante un largo periodo juvenil podamos abusar de
nuestras aparentes energías ilimitadas para trasnochar, mal alimentarnos y adquirir
la mala costumbre de preocuparnos y sufrir sin que implique mayores
complicaciones.
Pero un buen día
las cosas cambian y recibimos señales de mal funcionamiento corporal, como si
el cuerpo ya no tolerara el mismo ritmo que tenía hasta el día anterior.
No somos
conscientes de nuestro agobio, tensión e inquietud si estamos atravesando una
época de estrés.
Estamos tan familiarizados con las sensaciones internas de
ansiedad que nos parecen normales, o no preocupantes.
Las despreciamos, aunque el nivel de tensión en realidad es más
alto del que nuestro organismo está preparado a tolerar.
Esta especie de
ceguera y sordera sobre nuestro estado es un error que nace porque no conocemos
nuestras limitaciones corporales (descanso, relax, bienestar, distracción y
goce necesitamos para funcionar bien).
Nos hemos mal-educado a ser sacrificados y sufridores,
anteponiendo el deber, la ambición y la auto-exigencia, o la búsqueda
desaforada de estímulos.
Quizás sabemos cuantas horas seguidas podemos aguantar trabajando,
pero no sabemos cuantas horas necesitamos para ocuparnos de nuestra mínima
tranquilidad personal.
Ocurre también que tampoco sabemos manejarnos demasiado bien
frente a las frustraciones, solemos buscar salidas que más que calmarlas parece
exacerbarlas.
Pero los hechos son
los hechos: nuestro cuerpo biológico, en especial nuestro sistema nervioso,
tiene sus propias limitaciones (no puede estar permanentemente activado forzado
al máximo).
Esto es lo que
fundamenta un ataque de pánico, que también podríamos llamar crisis de
ansiedad.
Cómo
ocurre
La persona intenta en un momento dado detener su ritmo.
Se sienta, se
para ante el semáforo, espera en una cola, se tumba a descansar un rato, mirar
la televisión, está sentado en un transporte, etc.
Es
precisamente eso, que estamos haciendo algo que no es particularmente activo lo
que nos desconcierta, porque repentinamente notamos que no podemos hacer la
cosa tan tranquila que queríamos hacer, porque el sistema nervioso está
demasiado alterado para bajar de tan arriba a tan abajo en un instante.
En un segundo percibimos esta dificultad, podemos observar los efectos de la
taquicardia (acaloramiento de la parte central del cuerpo, aceleración
respiratoria), nuestra respiración parece ser incómoda, y los mecanismos
automáticos del control del ritmo respiratorio deciden hacer paradas bruscas
que nos desconciertan
¿Me quedaré
sin aire, pensamos?
Se ha
disparado nuestra alarma como esas alarmas de la tienda de al lado que se conecta
un día de viento sin más.
En un segundo notamos que produce en nuestro cuerpo el estado de activación
general (pensemos por ejemplo en la reacción que sentiríamos ante un susto repentino,
como ver aparecer un perro en nuestra habitación o que se rompieran los vidrios
de una ventana, una explosión, etc.).
Pero como nada pasa en el exterior, pensamos;
¿Qué me
sucede? ¿Me estaré muriendo? ¿Será esto un ataque cardíaco, colapso
respiratorio, embolia cerebral? ¿Será esto que tengo un ataque de locura? ¿Cómo
me puedo morir ahora sin haber hecho o dejado las cosas sin arreglar?
Pensar este 'diagnóstico' no es precisamente tranquilizador...
Así que si ya
estamos 'encendidos' creernos en grave peligro acaba por extender el incendio.
Estamos en
pleno pánico.
Sube el nivel
de ansiedad provocando más efectos (temblor de piernas, sensación de vértigo,
rigidez de nuca, visión borrosa, sensación de flotar o de irrealidad)
Puede que se acuda a un servicio de urgencias por las dudas, y ahí, tras
pruebas nos digan que era nada, sólo un ataque de ansiedad.
¿Pero cómo
nos podemos convencer de que no era NADA, si nosotros en realidad nos sentimos
terriblemente mal?
El habernos sentido tan expuestos, a que esto sucediera en un momento tan tenso
de nuestra vida en medio de complicaciones y exigencias, y encima el miedo
a que se repita... con qué facilidad se puede repetir el episodio que deseábamos
que ¡por favor! no vuelva otra vez...
Comprendiendo lo que pasa
Como podemos observar por esta descripción en el ataque de pánico hay dos
fuerzas que se unen y se suman:
1. un estado de ansiedad
que predispone a padecer molestias en la regulación del sistema nervioso
(dificultad de relajarse, disparo automático de la sensación de alerta, cambios
bruscos de ritmos).
2. la percepción de este
estado no como una molestia física menor, sino como algo terrible, enigmático y
sumamente desagradable. Tenemos la sensación de perder el control voluntario
(¡horror!) y sentirnos débiles, desvalidos e impotentes (reacción de quedarnos
clavados, paralizados y bloqueados).
Si lo expresamos con un esquema diríamos que
- Estímulo de Ansiedad -->provoca
respuesta intensa de miedo -->la respuesta de miedo de nuevo genera más
de lo mismo, una ansiedad todavía mayor -->
El estado de ansiedad producido por un estado general ocurre al
principio, pero en un cierto tiempo en realidad la causa de ansiedad deja de
ser la que era y cambia a ser nuestra propia suspicacia y nuestro temor de que
pueda volverse a repetir, o el percibir el más mínimo estado corporal que nos
parezca extraño, o el simple 'pensar en ello'.
Eso explica que aunque pudieran suprimir las causas primeras, quizás
puedan haber sido sustituidas por otras.
En realidad,
bajo el punto de vista psicológico, lo relevante no es el haber tenido un
ataque de pánico.
Lo importante
es que la persona que ha padecido un ataque de pánico:
No comprenda que 'excesos'
esta cometiendo en su vida, o que no le parezcan 'lógicos' como explicaciones.
No tome las medidas
adecuadas que tomaría frente a otro trastorno físico (o sea no varía su vida ni
un milímetro)
Comience a desarrollar
conductas contraproducentes (o sea, que hace todo lo contrario que tendría,
como preocuparse, anticipar situaciones, auto-observarse, caer en el alarmismo,
enfadarse, deprimirse, etc.
La principal conducta
contraproducente es evitar situaciones en las que uno cree que podría
repetir el ataque.
Esta conducta produce agorafobia,
que podríamos traducir como el miedo a padecer una crisis de ansiedad o ataque
de pánico en situaciones (lejos, solos, encerrados, con mucha gente, delante de
personas ante las que queremos quedar bien, etc.)
La auto-provocación
(involuntaria) como cuando uno piensa que podría vomitar y pensar en el asco
que le daría le produce nauseas que confirman sus ganas de vomitar.
De igual modo el
pensamiento sobre la ansiedad produce ansiedad, la ansiedad con la lupa de la
atención, se agranda en relieve y technicolor, lo cual crea la sensación que
está ya sucediendo lo que uno teme que suceda, y que si algo empieza está
perdido y no podrá evitar lo peor que podría suceder...
¿Qué hacer?
Los pasos a seguir son:
1. Hacer análisis médicos
para descartar enfermedades de carácter orgánico (en particular trastornos
endocrinos, circulatorios, dificultades de tensión arterial, etc.)
2. Una vez establecida la
causa psicológica hacer una reflexión acerca de cómo estamos viviendo, en qué
punto nos estamos 'pasando de la raya' y qué medidas de salud podríamos tomar
(descanso, alimentación, ejercicio, diversión, cambio de actitudes).
3. Llevar vida normal
(llevar vida de enfermo incurable no nos hace sentir precisamente normales).
4. La causa de ansiedad
no es externa sino interna, así que el mundo no tiene la culpa y sería inútil
tomar medidas porque el miedo puede perfectamente cambiar de 'tema' una y otra vez.
5. Evitar toda anticipación
o pensamiento sobre la ansiedad: es la causa más importante del mantenimiento y
crecimiento de la ansiedad. Una especulación que sembramos provoca mayor
inseguridad. Lo correcto es 'vivir sin pensar' hasta que llegue el momento X,
en el cual nos limitamos a hacer lo que sigue a continuación.
6. Tener preparado un
guión para decirnos es ese momento (quizás preparado previamente con un
psicólogo, con la idea de lo que nos pasa en que tenemos mucho miedo, pero el
miedo no nos hará morir, simplemente no me muero, es sólo miedo.
7. Respirar hondo. Si
notamos cosquilleo en las puntas de las manos o en los pies significa que
estamos oxigenando de más y que lo que interesa es 'parar', por lo que
aguantaremos y expulsaremos el aire suavemente, repetimos la operación hasta que
desaparece el síntoma del cosquilleo y nos resulta más cómoda la respiración.
8. Mirar algo y centrar
la visión en el mundo externo (veo un cuadro, una matrícula de coche...) Este
ver-afuera nos ayuda a saber si vemos bien y a recuperar la agradable sensación
de equilibrio. También conviene oír-fuera (que sonidos escucho, que canción
suena, cómo oigo mi propia voz) y tocar alguna cosa como mi ropa, un mueble, un
objeto cualquiera, para dirigir los canales sensoriales hacia el exterior.
9. Todas estas medidas
conducen a comprobar que estamos funcionales. Cuanto antes comprobemos nuestro
estado y salgamos de la inmovilidad, antes podremos que nuestro estado es mejor
de lo que parece.
10.Continuar lo que estamos haciendo (si estábamos haciendo algo)
o inventarnos una tarea. Es muy probable que la situación de pánico se de
encerrados en un coche, en un aula o habitación, en la cola del banco o en el
supermercado (con personas detrás y delante impidiéndonos la huida). Entonces puede
ser hablar, curiosear, pensar lo que comimos la semana pasada, escribir
anotaciones, escuchar o tararear música, o cualquier cosa que tenga la suficiente
garra para distraernos.
10.
Esperar los minutos necesarios para relajarnos (pensar que cuando
uno se altera tarda un rato en serenarse, es importante no confundir esto con
que 'fracasamos' en el control, así que no hay que tomarse como algo 'raro' el
que tardemos en lograr tranquilizarnos.
11.
No enfadarse (pensamientos como "!otra vez!", "¿qué
hecho yo para merecer esto?", "¡esto es espantoso!" "!soy
débil!" y estos aportan tanto nivel de adrenalina a la corriente sanguínea
como la ansiedad. Además esta ira contribuye a que la próxima vez parezca infernal.
12.
También esta contraindicado deprimirse como si estuviera sucediendo alguna desgracia o la
peor suerte del mundo. Esto solo hace agrandar al 'enemigo' haciendo que la
ansiedad parezca más tirana, abusiva y todopoderosa que nunca. En vez de
deprimirse es más útil animarse haciendo cosas que compensen el mal sabor que ha
dejado el momento de pánico (actividades lúdicas o que nos den paz, goce y nos
reconcilien con la vida como la música, la lectura, la conversación o el goce
estético de las cosas). Uno puede hacerse algún 'regalito' como un remedio
curativo para 'minimizar' la fuerza del miedo. Hay que recordar que tomarse las
cosas con humor es un buen método para solucionar todo tipo de problemas de
salud y de la vida en general.
13.Algunas personas suelen hablar con su miedo diciéndole
"así que ya has venido a molestarme un poco ¿no?, pues ya no me
impresionas porque eres mucho ruido pero un poco de ansiedad fisiológica
inocente, así que ahora ¿qué cosa agradable podríamos hacer? ¿Tal vez hablar
con esa persona que tanto nos gusta? ¿Tal vez nos podemos ocupar en algo útil e
interesante para cambiar de tema? ...").
13bis.
Dejarse ayudar por un profesional. Es una lástima que muchas
personas tengan alergia a dejarse ayudar por un psicólogo como si su valía
personal quedara en entredicho, de igual modo que nos dejamos orientar por un
asesor fiscal, un inversor financiero, o el maître de un restaurante, es síntoma
de inteligencia y sensatez contar con el asesoramiento de un psicoterapeuta.
14.
Todos los puntos anteriores y otros más quedan mucho mejor
aclarados y sobre todo, puestos en práctica, con el apoyo del psicólogo, de
forma que nos aseguremos del éxito en el control de un miedo que ya se ha
apoderado de nosotros. Ya sé que estamos en la era del bricolaje, hágaselo
usted mismo y de la auto-ayuda y que ésta información la ha encontrado usted en
Internet, pero tampoco hay que exagerar tanto que pongamos en peligro nuestra
propia salud y calidad de vida sólo por evitar el contacto del profesional
15.
Por todo lo leído anteriormente se
me ocurrió escribir, quizás, este poema como guión, para esos momentos tan
extraños de nuestras vidas. Sepan disculpar mi ignorancia y acepten mi buena
voluntad.
Alejado del Olimpo te encuentras
Esperas al acecho mi presencia
Escondido en bosques de sombras
Acosando mi alma en su esencia
El huir de mi insuperable realidad
Me aproxima más a tu deidad
Pero una ninfa victima tuya no soy
A pesar de no saber a donde voy
Se que te apoderas de mi mente
De manera mas que frecuente
Y cuanto más batallo contra ti
El son de tu siringa se adueña de mí
Con el transcurso de los años
Lacerándome con tu cayado
Al percibir mi espíritu callado
Me formaste parte de tu rebaño
Me carcajearé de ti como en antaño
Revirtiendo mí entorno en forma decente
Extirpándome las raíces de tus cuernos
Que penetran salvaje mi subconsciente
Se que eres demonio al medio día
Pero no es a ti a quien acudiría
No quiero que nades en mi mente
Aunque palidezco al atardecer
Pues no soy una de tus fuentes
Pues en tus fauces no quiero caer
Cuando este llegando mi ocaso
Aunque me sienta desfallecer
Yo a ti no he de hacerte caso
Y buscare mi nuevo amanecer
Y que un momentáneo rayo te parta
Porque de ti ya me encuentro harta.